sábado, 27 de septiembre de 2014

GARANTIZAR EL DERECHO AL JUEGO Y A LA RECREACIÓN

Diseño de la imagen: Marirró Amengual
Los 27 de septiembre se celebra el "Día del derecho del niño a jugar”, en conmemoración a la fecha que la República Argentina ratificó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, en 1990.

El derecho de los niños, niñas y adolescentes al juego y a las actividades recreativas propias de su edad es establecido expresamente por la Convención en su Artículo 31. Por primera vez, los Estados se comprometen a garantizar que los niños gocen del derecho al juego y al esparcimiento.

La República Argentina asume este compromiso en la Ley de Educación Nacional, sancionada en el año 2006. Es objetivo, para el Sistema Educativo, “promover el juego como actividad necesaria para el desarrollo cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social”.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de tener “derecho al juego”?
El derecho al juego debiera ser, entre otras cosas, derecho a tiempo y espacios adecuados para jugar; y además que ese derecho incluya también la posibilidad de hacerlo de un modo lúdico (o sea, despreocupado, fantasioso, libre y no violento).

Y ¿qué entendemos por “jugar”?
El juego es una experiencia que modifica al que lo experimenta. Ya sea que el juego se lo vincule con el placer, la diversión, el entretenimiento o la búsqueda de respuestas, el juego tiene su origen en el jugador. Por esto es automotivado. “Nadie juega si no quiere”. Es decir, el juego supone la voluntad del jugador. Tiene un carácter voluntario. El jugador debe “subirse” al juego, hacerlo propio.

Para “entrar en el juego” se necesita “salir de algún lugar”. Cuando el niño juega crea un marco de realidad diferente que combina aspectos propios de la realidad (fruto de la experiencia personal) y otros propios del campo de la imaginación.

El marco que crea el juego está sujeto a las reglas propias del contexto social donde es recreado. Reglas que no se verbalizan, o por el contrario, reglas que se constituyen en instrucciones fijas.

Esta suerte de confrontación entre lo imaginario y lo real, las reglas y la situación jugada, “yo, el otro y el nosotros”, hace que el juego, aún cuando se juegue “a solas”, suponga la creación de un espacio de interacción. Es decir, el jugador sabe que está jugando; y lo sabe, porque puede salir del juego y decir “estoy jugando”.

El juego puede ser un medio para enseñar contenidos pero también un contenido en sí mismo, de valor cultural; porque el juego se basa en la experiencia. Esto requiere que la sociedad demande ludotecas y/o espacios de juegos en hospitales públicos, en salas de atención primaria de la salud, en plazas y parques públicos.

El mundo adulto debe generar las instancias donde se posibilite invitar desde el juego a la creación; a imaginar otros mundos posibles, crear ambientes diversos y dejar volar la imaginación. A descubrir al juego como contenido de valor cultural, incentivando su presencia en las actividades cotidianas. Porque el juego facilita el desarrollo de la capacidad creativa y el placer por el conocimiento en las experiencias de aprendizaje para todos los niños, tomando al juego como contenido de alto valor cultural para el desarrollo cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social.

“La variación del juego está fuertemente condicionada por la pertenencia social, por la experiencia y condiciones de vida (a qué y cómo se juega). Si entendemos el juego como un producto de la cultura podemos afirmar que a jugar se aprende y en este sentido se recupera el valor intrínseco que tiene para el desarrollo de las posibilidades representativas, de la imaginación, de la comunicación y de la comprensión de la realidad. Desde la perspectiva de la enseñanza, es importante su presencia en las actividades pedagógicas” (Núcleos de Aprendizaje Prioritarios, 2004)

Por tal motivo resulta indispensable garantizar la centralidad del juego en las prácticas de enseñanza. La comunidad educativa debe reconocer la necesidad de una “voluntad política” para integrar el juego en la sala o el aula. Dado que el juego es generador de aprendizaje en los niños y desempeña un papel importante en el modo en que comprenden y conocen el mundo.

Al mismo tiempo, aceptar un cúmulo de nuevas “necesidades” para ser facilitadora de una “atmósfera lúdica”: como la necesidad de asumir al juego como contenido que requiere ser planificado. El juego es un contenido y en tanto expresión cultural, demanda ser enseñado. La necesidad de reconocer que se enseñan juegos y se enseña “a través” de juegos. La necesidad de asumir la responsabilidad de la escuela de potenciar el juego de los niños ofreciendo propuestas que aumenten su capacidad para conocer, aprender y enriquecer su imaginación.

El juego puede orientar prácticas de buena enseñanza. El juego pueda constituirse en contenido a enseñar y en formato o vehículo para la enseñanza. La presencia del juego suele resultar demasiado limitada y pobre en las prácticas docentes, en tanto que la propuesta de juego suele estar referenciada al juego espontáneo o como vehículo para enseñar contenidos.

Si bien el juego puede ser pensado como método, recurso, motor de desarrollo y modo de presentar las actividades, lo que está puesto en cuestión es el hecho de jugar; la posibilidad de ofrecer espacios y tiempos que le permitan al niño acrecentar su repertorio lúdico, usar su imaginación en la creación de escenas, expresar sus ideas a través de un tipo de actividad que le es propia.

Las posibilidades concretas de aprendizaje que el juego les brinda a los niños, constituyen ricas alternativas que no deberían desaprovecharse. El juego debe ser parte constitutiva de una propuesta de enseñanza. Como un contenido a enseñar y como un modo de enseñar contenidos. Es necesario darle al juego un protagonismo explícito en el diseño y la puesta en marcha de la propuesta pedagógica.

Para ello es condición necesaria privilegiar la presencia del juego en los espacios formales de aprendizaje. Para lo cual se hacen necesarias instituciones educativas con espacios interiores y exteriores dignos, saludables funcionales y seguros que favorezcan el juego y el aprendizaje.

La escuela constituye uno de los pocos espacios disponibles para que niños y niñas aprendan a ejercer ese derecho. Los momentos de juego en la escuela, aunque fugaces y muchas veces empobrecidos, representan experiencias lúdicas especialmente significativas. Eso refuerza la solidez del vínculo derecho al juego / vida cotidiana escolar, y adquiere especial relevancia.

Pero nunca como en los últimos años se ha hablado tanto del valor del juego, aunque nunca como en los últimos años el abandono de los patios se ha notado más. 

Se puede constatar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como, por las sucesivas crisis de su infraestructura escolar de los últimos años, en muchas escuelas se levantan aulas o se implantan "aulas containers" en el terreno inicialmente destinado al "patio". Y rara vez el "patio" es tenido en cuenta en el presupuesto de equipamiento y mantenimiento.

“El patio”, visto como lugar de juegos, es un escenario querido, próximo y cotidiano, trajinado por los habitantes de una peculiar sede: la escuela. “El patio” debe interpretarse como un espacio público protegido para aprender a ejercer el derecho al juego en contextos social, histórico y culturalmente determinados.

“El patio escolar de juego”, es el espacio más público de la escuela pública; con todo lo que significa su carga integradora.

Porque el espacio público tiene una dimensión social, cultural y política. Y en este sentido, la calidad del espacio público se puede evaluar sobre todo por la intensidad y la calidad de las relaciones sociales que facilita.

Pero lamentablemente, en centros urbanos como en la C.A.B.A. cada vez son más escasos los escenarios públicos protegidos y adecuados para el juego de niños, niñas y adolescentes. Por lo cual, urgen acciones que den paso a la potencia regenerativa de la faceta lúdica del niño/a, y como forma de fortalecer la calidad de una Ciudadanía de la Infancia.

Jose Machain 
* Consejero por Legislatura - CDNNyA (CABA)
* Secretaría de Infancia y Adolescencia - MOV. EVITA Capital